LA BALANZA INCLINADA
La justicia, constituye uno de los tres poderes de la República. En este sentido, donde está garantizado el Estado de derecho, el sistema judicial debe ser independiente, sin estar atado a los vaivenes de la política, o a los planes específicos de un partido o de partidos, los cuales, cuando influyen ideológicamente en las decisiones judiciales, seguramente es porque tienen como única estrategia, limitar, suprimir, en definitiva, negar los derechos esenciales a los ciudadanos y ciudadanas.
El Tribunal Constitucional de España, en fallo dividido, ha confirmado las penas para los miembros de la Mesa del Parlamento Vasco, en su momento constituida por “Atutxa, Knorr y Bilbao”, los cuales, en un acto de soberanía política, se negaron a disolver al grupo político parlamentario Sozialista Abertzaleak, según la recomendación de la justicia española. En tal sentido, los antes nombrados, son condenados con multas y inhibición para el ejercicio de la función pública, por haber defendido la institucionalidad del Parlamento Vasco.
No es la esta la primera, ni será la última determinación que se tome desde los tribunales españoles con el fin de limitar los derechos de los ciudadanos y ciudadanas vascas sean estos individuales o colectivos. En tal sentido, se han cerrado periódicos en Euskera, se ha ilegalizado un partido político, se han duplicado las penas de los presos, se ha iniciado un proceso contra el Lehendakari por el delito de dialogar, se ha enviado a Otegi a la cárcel, y a toda la mesa de Batasuna, se ha desarrollado en forma escandalosa el sumario 18/98, se llevará delante de la misma manera, los sumarios contra Udalbiltza, contra Amnistía y Askartasuna, y seguirán imputando y condenando a todo el mundo bajo los auspicios de la ley antiterrorista.
Esta irresponsabilidad política, tiene como único objetivo hacer aumentar la crispación en Euskal Herría, donde la espiral de violencia sólo beneficia a quienes no tienen ningún interés en lograr una solución al contencioso vasco. Parece que nadie quiere aprender la sabia experiencia irlandesa, cuando un día tanto los británicos, como los miembros de la organización armada IRA, se dieron cuenta que el conflicto sería interminable, y que el único camino era el diálogo y el fin de la violencia.
Los vascos somos una Nación, que tenemos derecho a decidir, y el camino es la construcción de una estrategia común, que reivindique los derechos históricos de nuestro pueblo, donde confluyan partidos políticos, sindicatos, militantes sociales, culturales, etc. Seguramente habrá muchos avances y retrocesos, pero hay que plantarse ante España y Francia de una vez por todas. Necesitamos la paz, también que finalice la violencia policial, militar y judicial, para que podamos garantizar la plena vigencia de nuestros derechos. No podemos frustrar las ilusiones de otra generación de vascos y vascas, y para que ello sea posible, se debe trabajar en un marco de unidad en la acción, de lo contrario, solamente seguiremos sufriendo los efectos de la balanza inclinada.
César Arrondo
Universidad Nacional de La Plata
Argentina
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