Cronopiando
Koldo Campos Sagaseta
Alharaca en Boston y silencio en Texas
Para nadie es un secreto que la muerte, como la vida, también cotiza en
Bolsa, que ni siquiera la muerte nos iguala, y que nadie, como los
grandes medios de comunicación, para hacérnoslo saber.
En 1979, el
asesinato de un periodista estadounidense en una calle de Managua por
una patrulla de soldados somocistas indignó a aquella
sociedad, y me refiero a la estadounidense, porque Nicaragua llevaba
más de cuarenta años indignada y muriendo. Aunque en un principio
trataron de culpar a los sandinistas del asesinato, los propios
compañeros del periodista asesinado habían filmado el crimen a cien
metros de distancia y las imágenes no dejaban lugar a duda alguna.
Años antes, un presidente de los Estados Unidos cuestionado por los
periodistas sobre el respaldo que se le daba a Anastasio Somoza, convino
con ellos en que Somoza era, efectivamente, un hijo puta pero, matizó…
“es nuestro hijo de puta”.
Ni siquiera esa sutil diferencia sirvió
para que el crimen de Bill Steward, a cuya memoria el primer gobierno
sandinista dedicó una plaza y una modesta estatua, quedara impune. El
gobierno de Carter restringió el envío de armas al régimen somocista.
Alguien comentó entonces: “Tantos periodistas nicaraguenses asesinados y
ha tenido que morir uno estadounidense para que por fin nos oigan”
No es ahora que los muertos han comenzado a cotizar en bolsa. Siempre
ha sido así. Hay muertos de primera, cuyo historial nos va a ser servido
hasta en sus más nimios detalles y cuyos aniversarios estaremos
honrando durante el resto de nuestras vidas; como los hay de segunda,
muertos que apenas sí aportan el nombre; y como los hay, los más
numerosos, que simplemente se registran en cifras que ni siquiera
tienen porqué ser redondas.
En estos últimos días han sido
centenares los muertos iraquíes, paquistaníes, afganos, palestinos,
sirios, libios…muertos todos de la última fila que siempre serán fugaces
cifras. Y no estoy revelando nada nuevo.
Sin embargo, tres muertos
estadounidenses en Boston han copado durante una semana todos los
grandes medios. Muertos de primera que en la Bolsa de los Muertos y
Medios cotizan al alza.
Lo que sí resulta llamativo, por la
proximidad, además, de las dos tragedias, y hablo de las decenas de
estadounidenses muertos en Texas, es la brutal diferencia con que los
medios han cotizado las coberturas de los dos siniestros.
Mientras
en relación a Boston han estado repitiendo una vez más las imágenes de
los atentados contra las Torres Gemelas, han hablado de “cadena de
bombas” para referirse a las dos bombas, han resaltado la determinación
de llegar a los confines de la tierra para dar con los culpables, han
insistido en la necesidad de reforzar la seguridad para mejor
protegerse, han puesto en alerta el calendario internacional…
practicamente nada se ha informado sobre la tragedia de Waco, Texas,
donde una fábrica de fertilizantes que carecía de medidas de seguridad,
que ya había sufrido accidentes en el pasado, que había sido multada por
negligencia (por cierto, con dos mil dólares) y de cuyo funcionamiento
venían quejándose los vecinos por el olor a amoníaco que desprendia
desde hace meses, volaba por los aires arrasando más de 50 edificios,
matando a decenas de personas, entre trabajadores, bomberos y
residentes, y provocando la evacuación de medio pueblo.
Horas antes,
la empresa había denunciado un “leve accidente”, un simple incendio y
había dado seguridades de que era impensable una explosión. Si acaso, en
el peor de los casos, alguna emisión de gases que, se apresuraban a
aclarar, no representarían peligro alguno para la población. Horas más
tarde volaba por los aires.
Cuando todavía tenemos en grandes
titulares las imágenes de los dos supuestos autores del atentado en
Boston y un sinfin de informaciones al respecto: “Sociedad
conmocionada…Grupos terroristas usan ollas para hacer bombas… Las ollas
eran españolas…Estados Unidos en el punto de mira… Boston atrapada en
una cinta amarilla… NBA guarda silencio por atentado en Boston… Ningún
español herido en atentado en Boston…La policía toma Boston a la caza
del segundo sospechoso…” además de las habituales secciones de los
medios como: “Todas las imágenes de los atentados en Boston” o
“Reconstrucción del atentado en Boston” o “La tragedia en directo”, hay
que ir pasando páginas y noticias sobre el caso Faisán, los sobres de
Aznar, la imputación de la infanta, la defensa de Urdangarín… antes de
encontrarte, finalmente, con los que El País cifra en 12 muertos
estadounidenses muertos en Waco; que para Público son 35, aunque haya
que sortear para llegar también a ellos al candidato de Grillo en
Italia, a Matt Damon, a Mikel Erentxun, a un diputado del Partido
Nacionalista Vasco o al portavoz del Barcelona FC.
En el periódico
El Mundo ni siquiera aparece la noticia de la explosión en Texas. Al
igual que el resto de los medios dedica titulares y principales gráficas
al atentado en Boston. Después vienen los acertijos de Mourinho, el
sufrimiento de Nadal, el impulso soberanista de Cataluña, Ecclestone y
la Fórmula-1, la vuelta de los beats, un principio de acuerdo entre
Serbia y Kosovo, el envío de “consoladores” explosivos al arzobispo de
Pamplona, un conductor kamikaze, la cocina peruana, el fin de la
temporada regular de la NBA, las elecciones en Venezuela, el cumpleaños
de Supermán, historias de bancos, Capra y el “fracking”, una nueva
tarifa telefónica, el paso por los juzgados de Muñoz y Urdangarín, el
obispo de Alicante y la comunión que le negó a una niña discapacitada,
el infarto de Eva Arguiñano, las motos GP, la Copa Libertadores, la
cogida de El Juli en La Maestranza, el despliegue de tropas
estadounidenses en Morón, Cañete y su tránsito por la historia… y otras
muchas noticias y anuncios y reportajes. Nada sobre Waco.
La única catástrofe a la que se refiere El Mundo es la “posible descapitalización de Real Madrid y Barcelona”.
¿No habrá españoles muertos o heridos entre las víctimas de Texas?
¿Tomará la policía Waco a la caza de los sospechosos empresarios
responsables, al igual que la propia administración estadounidense, de
una tragedia anunciada? ¿No estará también atrapada Waco en una cinta
amarilla? ¿Además de en los próximos maratones previstos en Londres y
Madrid, se revisarán también las medidas de seguridad de las fábricas
fertilizantes, centrales nucleares y empresas de alto riesgo de
Inglaterra y el estado español? ¿Podremos ver todas las gráficas de la
explosión en la fábrica de fertilizantes? ¿Nos pasarán imágenes de los
tantos antecedentes y masacres que provoca la falta de escrúpulos de
muchos empresarios y la permisividad con que las autoridades les
permiten operar?
Obviamente, la razón por la que, en este caso,
pesan más en la Bolsa de las Víctimas de los grandes medios de
comunicación los 3 estadounidenses muertos en Boston que las decenas de
estadounidenses muertos en Texas, tiene que ver con las causas de su
muerte. En Boston se habla de atentado, en Texas de “accidente”. Los
viejos rencores generan terrorismo y el nuevo progreso provoca
contratiempos.
Para enfrentar los odios, se nos dice, ya contamos
con la eficacia de las cada vez más armadas policías, cámaras de
vigilancia, controles, medidas de seguridad, y la necesidad de que
todavía aumenten y se multipliquen esos medios.
Para sobrevenir a
las desgracias que el impune afán de lucro ocasiona, nos queda el
consuelo de haber tenido empleo en medio de estas crisis, así fuera en
una fábrica de fertilizantes, en una plataforma petrolera o en una
central nuclear; o la satisfacción, en la era de los desahucios, de
haber disfrutado una vivienda, así fuese al lado de un gaseoducto, de
una empresa química, de una fundición, vertedero o minería.
Por ello
no es conveniente para los medios de comunicación que son parte del
negocio, ir demasiado lejos en los recuentos de víctimas que el
“desarrollo” deja, en las consecuencias ambientales que genera el
“progreso”.
Por ello la alharaca en Boston y el silencio en Texas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si estas de acuerdo con lo aquí publicado, como sí no lo estas, puedes añadir comentarios al respecto, siempre, desde el respeto mas absoluto a todas las ideas y todas las personas.