Manifiesto de los detenidos del 25-S “Rodea el Congreso”
Vivimos tiempos de
incertidumbre. Los que hoy estamos aquí hemos vivido una situación que
viene a demostrar que aún perviven métodos y estrategias represivas que
el sistema pretende convencernos de que están superadas. Por eso, además
de la denuncia que hoy hemos tramitado, queremos reflexionar junto a la
sociedad sobre una situación latente que nos afecta a todos: el
constante e imparable deterioro de la democracia y el consiguiente
aumento de la represión policial.
Nosotros hemos sido golpeados violentamente,
detenidos injustificadamente y, una vez en el calabozo, hemos sido
humillados, insultados, amenazados y amedrentados durante 48 horas,
negándosenos incluso el agua o una manta. Estos graves acontecimientos
no debería ocurrir en ningún lugar amparado por la democracia, sean los
detenidos culpables de sus delitos o no. Este único hecho debería abrir
ya un profundo debate en nuestra sociedad.
Pero más allá del trato sufrido, y de los posibles
delitos que se hayan cometido sobre nosotros y que hoy hemos denunciado
aquí, queremos incidir en que esta situación no representa para nada un
hecho aislado o particular. La represión sobre el ciudadano la estamos
viendo cada día, en pequeñas actuaciones que, sumadas, confirman una
ideología de Estado que debe preocupar y movilizar a la sociedad:
-
Estado de Derecho ficticio
Es propio de regímenes autoritarios proteger a sus
torturadores. Y hoy, vemos como el gobierno indulta, por segunda vez, a
cuatro Mossos d’Esquadra condenados nada más y nada menos que por
torturas a un ciudadano que, para colmo, resultó ser inocente.
-
Omitir responsabilidades
Y es propio de regímenes ajenos a la democracia
mentir y no investigar aquellos hechos que ponen en evidencia su actuar
contra derecho, o hacerlo sólo cuando la evidencia queda bochornosamente
patente ante la sociedad. Así una mujer puede perder un ojo por un
pelotazo de goma mientras la clase política niega la propia existencia
de la pelota de goma; o una columna de policías puede irrumpir en la
estación de Atocha de Madrid golpeando, amedrentando y atemorizando a
los ciudadanos sin que ninguna responsabilidad sea exigida a sus
ejecutores o incluso les condecoren.
-
Criminalización de las legítimas protestas
El Estado, que debiera amparar al ciudadano, ahora ha
invertido sus funciones para amedrentarlo y coaccionarlo. Y lo hace
identificando y multando sistemáticamente a todo aquél que apoya una
protesta o que, simplemente, estaba allí; y lo hace además
descalificando el legítimo acto de protestar, llegando incluso a
criminalizarlo acusando a los manifestantes de atentado contra las altas
instituciones públicas.
-
Privatización de la justicia
Como paso lógico de la represión se llega a un
proceso para alejar la justicia del ciudadano a golpe de tasa, llenando
así las arcas del Estado, depauperadas por la mala gestión de la clase
dirigente.
Presupuestar la represión
Y el aumento de la represión queda a la luz con unos
presupuesto generales que elevan en un 1.780% (sin errata) la partida
destinada a la compra de material antidisturbios a la par que no se
revalorizan las pensiones.
-
Permeabilidad de los poderes
Como característica innegable de regímenes
autoritarios debemos citar al poder judicial como una mera extensión del
poder ejecutivo, y no como su complemento. Así, los detenidos del 25-S
salimos de los juzgados con más cargos de los que la propia policía nos
había imputado en sus atestados y después de pasar más tiempo del debido
en el calabozo por el intento de no sé sabe qué instancia gubernamental
de hacer que el poder judicial nos remitiera a la Audiencia Nacional,
como si de terroristas nos tratáramos.
Pero también queremos denunciar aquí hoy las
sanciones administrativas (multas) con las que se sanciona
indiscriminada e injustificadamente a quien protesta o incluso a quien
sin protestar pasaba por allí, persuadiendo así al ciudadano a que no se
manifieste y sumando a la par miles de euros para las arcas del Estado.
Denunciamos todas y cada una de las detenciones injustificadas que se
pueden observar en casi cada concentración. Denunciamos las
identificaciones arbitrarias. Denunciamos la brutalidad policial contra
la ciudadanía que protesta por lo que considera por lo que es justo y
legítimo.
Se podría seguir añadiendo ejemplos de esta deriva
autoritaria del Estado, pero algunos de los puntos esenciales están ya
reflejados.
Un gran porcentaje de ciudadanos, de todas las
condiciones e ideologías, hemos llegado a un punto en el que, como
ciudadanos, sentimos vergüenza: vergüenza al abrir los periódicos y ver
cómo la corrupción campa a sus anchas, cómo el pueblo es ninguneado,
cómo la codicia particular triunfa sobre el bien público y cómo los
poderes públicos gobiernan de espaldas al pueblo, del que emana su
legitimidad.
Queremos recordarles a esos mismos poderes públicos
que la represión y la violencia no van a solucionar sus problemas, y que
más bien es una muestra de debilidad de un Estado que languidece al no
haber sabido o no haber querido estar a la altura de las circunstancias.
Denunciamos a la clase política que se preocupa de
cómo engañar cada cuatro años para poder seguir sirviendo a los
intereses oligárquicos del gran capital. Denunciamos cómo crean y
utilizan cualquier asunto, incluido este, como cortina de humo y desviar
la atención sobre los problemas estructurales y de fondo.
Esta es una llamada de atención para que los poderes
públicos rectifiquen su modo de actuar. Pero también es una llamada de
atención para que la sociedad reflexione sobre hacia dónde nos dirigimos
como sociedad y si el estado actual de las cosas es el que
verdaderamente queremos. Porque si nuestros representantes no ejercen
como tales, y sólo miran por la forma de perpetuarse, tal vez sea hora
de que la sociedad despierte, no se deje amedrentar y refunde los
cimientos de la democracia.
En definitiva, denunciamos a los autores materiales e intelectuales de esta POLÍTICA DEL MIEDO, cuyo objetivo es amedrentar y desactivar a las personas, tanto a las más activas como a las que empiezan a concienciarse.
Esta es la respuesta ciudadana a la dictadura implantada en este pais
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