martes, 15 de junio de 2010

Cronopiando
Koldo Campos Sagaseta
Entre el mundial de fútbol y la vida

El juego es una de las actividades que, desde niños, más nos ayuda a entender la necesidad de establecer y respetar normas. De hecho, todo juego colectivo, la mayoría lo son, perdería su esencia si no estuviera sujeto a reglas y si los jugadores no las respetáramos.
Así sean juegos de mesa o de calle, no importa que sean conocidos o los improvisemos, para dar inicio al juego el primer paso consiste en establecer y aceptar las pautas por las que debe regirse. Obviamente, esas reglas tienen que ser las mismas para todos. Nadie aceptaría jugando al parchís que uno de los jugadores, dependiendo de lo que le convenga,  cuente de más o de menos, o  que pretenda tirar dos veces el dado en atención, por ejemplo, a que es el dueño del tablero.    
El fútbol, uno de los deportes en los que más pesa el factor colectivo, también está sujeto a reglas. Cuando niños, antes de dar inicio al partido en la calle o en la escuela, los dos jugadores más cotizados se encargaban, tras  escrupuloso sorteo, de ir eligiendo alternativamente a los componentes de los dos equipos hasta que en igualdad de condiciones comenzaba a rodar la pelota.
Como niños exigíamos que el juego dispusiera de normas, y hasta en nuestro modesto partido de fútbol, a pesar de no disponer de árbitro que decidiera qué era y no era falta, discusiones al margen, el juego transcurría sujeto al respeto que debíamos a esas reglas establecidas y que buscaban la mayor equidad posible.
Nadie hubiera consentido que una de las porterías fuera más grande que la otra o que un equipo contara con más jugadores que el rival. Si alguien hubiera pretendido entonces jugar al fútbol en esas condiciones, sin normas generales de común y obligado cumplimiento,  no habría habido juego.
Curiosamente, lo que como niños nos resultara inaceptable, lo que como niños nunca permitíamos, como adultos, más tarde, hemos ido olvidando o disculpando, y ya no sólo en relación al juego.
¿Se imaginan, por ejemplo, que el equipo palestino en un mundial de fútbol le marcara un gol inobjetable a Israel y el gol no subiera al marcador porque un hipotético Consejo de Seguridad del Arbitraje lo vetara? ¿Imaginan que en cada partido, anexo al campo, tuviéramos sentados a los 5 representantes del Consejo de Seguridad del Arbitraje con derecho a vetar cualquier resolución que terminara en gol si éste les afectara?
Ningún niño aceptaría jugar un partido en esas condiciones.
De más está recordar cuantos millones de adultos ciudadanos en absoluto cuestionan que el organismo que en Naciones Unidas se ocupa de mantener “la paz y la seguridad de los países” compuesto por cinco naciones permanentes: Estados Unidos, Francia, Reino Unido, China y Rusia, pueda usar el veto en contra, incluso, del sentir general de la humanidad. No hay más que repasar las últimas votaciones de ese organismo con respecto al bloqueo a Cuba. En patética demostración de hasta qué punto derecho y justicia se han hecho adultas, Estados Unidos, Israel y las islas Marshall pesan más que el resto de las naciones del planeta.
¿Alguien concebiría que en un partido de fútbol una decisión arbitral quedara sin castigo? ¿Es posible imaginar un partido en el que el árbitro le sacara la tarjeta roja a un jugador y éste, haciendo caso omiso de la decisión arbitral, siguiera jugando como si nada y hasta reiterando las faltas por las que fuera expulsado?
Ningún niño aceptaría, dado el caso, que el partido pudiera continuar mientras no saliera del terreno de juego el sancionado.
Tampoco hace falta recordar cuantos estados han preferido mirar para otro lado ante el centenar de resoluciones y condenas que Israel acumula en su larga trayectoria al margen de la ley y el derecho.
¿Es admisible figurarse un partido de fútbol en el que un equipo, a diferencia de los demás, no esté sujeto a ser penalizado por el árbitro? ¿Es imaginable suponer que en un mundial, los jugadores de los Estados Unidos gozaran del privilegio de no ser sancionados con tarjetas amarillas o rojas no importa cuantas piernas y cabezas rompieran?
Ningún niño toleraría semejante desacato. Sin embargo, eso que llaman comunidad internacional acepta que ningún militar estadounidense pueda ser traducido por crímenes de guerra ante una Corte Penal Internacional que sí puede juzgar serbios, africanos o jugadores de equipos del tercer mundo, pero no de los Estados Unidos.
Tampoco es comprensible para la lógica de un niño que el entrenador del equipo contrario sancione o elimine a su rival en el entendido de que sus jugadores se aprestan a dar patadas,  o de que dispongan de un masivo arsenal de artimañas para causar estragos antideportivos en los jugadores contrarios. En primer lugar porque ese entrenador no tendría autoridad para hacerlo, y en segundo lugar porque mientras no se produjera la falta no cabría la sanción. Resultaría inadmisible que en un mundial de fútbol, un árbitro castigara a un equipo con un penalti preventivo o les señalara faltas de rutina.
La dialéctica adulta sí concibe tales dislates. Por ello es que sobre Iraq, Afganistán y otros países ocupados, sometidos a guerras preventivas, se llevan a cabo bombardeos de rutina o se invaden pretextando armas inexistentes. Por ello es que resultan más peligrosas las armas nucleares que Irán no tiene que los arsenales nucleares de los que Israel dispone.
Impensable sería que un mundial de fútbol fuese el entrenador de un equipo el que, por propia decisión, se ocupara de realizar los exámenes antidoping a los jugadores de los equipos contrarios, extendiendo certificaciones según su parecer, y hasta sancionando
a conveniencia supuestos positivos.
Pero otra vez semejante desatino traspasa las fronteras del juego para hacerse mayor. Así es que Estados Unidos, el país que más drogas consume y demanda, y en donde, al parecer, nunca ha existido un solo cartel del narcotráfico, se atribuye el derecho de homologar qué países cumplen sus disposiciones al respecto y cuales, Panamá por ejemplo, pueden ser bombardeados e invadidos. El que en plena era de Ronald Reagan  y Oliver North, Estados Unidos traficara con cocaína y con armas, a espaldas de su propio Congreso, para asfixiar la revolución popular sandinista, todavía espera su imposible sanción.
Figurarse que en un mundial de fútbol ciertas selecciones que ganado su derecho a participar no puedan hacerlo por no haber la Federación Internacional validado su propia acreditación, también parecería inconcebible. En el peor de los casos, esa federación ya habría sido destituida  por inoperante, por inepta o por ambas razones. Se le habría acusado de atentar contra el espíritu olímpico y habría sido disuelta de inmediato.
Pero lo que en el juego parece evidente en la vida no lo es. Países como Palestina o la República Árabe Saharaui tienen largas decenas de años esperando el permiso para saltar al campo y  Naciones Unidas todavía les sigue reclamando más tiempo y más paciencia.
Y ello para no hablar de la posibilidad de que ciertos equipos fueran bloqueados, confinados dentro de su área, impedidos de salir de ella, de elegir sus propios capitanes, de poder hacer cambios; o de que se autorizara para algunos jugadores la sanción de la bolsa en la cabeza o la picana; o de que pudieran desaparecerse jugadores contarios o disparar impunemente contra los aficionados que desde las gradas animen a los equipos del eje del mal.
El campeonato del mundo de fútbol es, sin duda, un buen escenario para entender hasta qué punto la vida carece de normas, de reglas básicas que no desvirtúen los resultados.
Pero frente a aquella indignación infantil que no habría tolerado el irrespeto, se impone la madura indiferencia de quienes aceptan que podamos jugar con normas pero vivir sin ellas.

domingo, 13 de junio de 2010

LA DIÁSPORA JUNTO A UDALBILTZA

Es UDALBILTZA, la primera institución con una estructura nacional del Pueblo Vasco. La misma fue creada en Bilbao un 18 de septiembre de 1999. A dicho evento concurrieron unos 2.000 electos municipales (Alcaldes y Concejales) de los siete Territorios Históricos de Euskal Herria, con el firme propósito de reafirmar la existencia del Pueblo Vasco como Nación, y para trabajar desde esta herramienta política, por la construcción nacional de Euskal Herria e impulsar la colaboración entre los municipios vascos de los siete Territorios Históricos en las siguientes temáticas: la lengua, la cultura, el bienestar social, el deporte, el medio ambiente, el desarrollo económico, la identidad y la plena vigencia de los derechos inherentes que como Nación, le corresponden al pueblo vasco.

Con el propósito de impedir el avance en la estructuración de una organización nacional vasca que articule a los siete Territorios históricos, en el mes de abril de 2003, las autoridades del Estado español ordenaron la realización de una operación policial, bajo la dirección del Juzgado Central de Instrucción nº 5 de la Audiencia Nacional, que culminó con la detención de varios de los cargos municipales electos que formaban parte de la institución, y cuya finalidad fue desarticular una gran cantidad de proyectos que se estaban desarrollando entre los ayuntamientos de Euskal Herria. Esa colaboración también se vertebró con instituciones y colectivos vascos de la Diáspora, en nuestro caso, preferentemente con temas relacionados con la lengua, la cultura, identidad y la vigencia de los derechos de la Nación vasca.

El avasallamiento judicial contra UDALBILTZA continuó con el procesamiento judicial de 22 cargos electos municipales y colaboradores, los que serán juzgados bajo la acusación de terrorismo. En este sentido, los acusados deberán hacer frente a solicitudes de penas solicitadas por los Fiscales de la Audiencia Nacional, las cuales van, entre los 10 y 23 años de, cárcel, como así también, la ilegalización de UDALBILTZA.

Nosotros que conocemos desde sus orígenes a UDALBILTZA como institución y a muchos de sus cargos, al haber compartido las experiencias culturales y patrióticas a que hacíamos referencia anteriormente, queremos afirmar que UDALBILZA no es una organización terrorista como se le imputa en el juicio iniciado por la Audiencia Nacional. En tal sentido, ante el eminente comienzo del juicio en el mes de julio, solicitamos que suspenda de inmediato este procesamiento, cuyo único propósito es difamar y desmembrar una organización como UDALBILZA, cuyo único pecado ha sido, el de articular social y políticamente al pueblo vasco - Euskal Herria.

Mariana Fernández Castelli / César Arrondo
Amigos de UDALBILTZA en la Diáspora

martes, 1 de junio de 2010

Carta pública a los extraterrestres

Cronopiando
Koldo Campos Sagaseta

Estimados extraterrestres. Ignoro si esta quinta carta que les envío llegará finalmente a su platillo volador pero, si así fuera, les ruego tengan a bien ponderar mi meditada propuesta y actuar en consecuencia.
De más está confesarles que nada me importa su repugnante viscosidad o sus repulsivas escamas verdes, sus deformes antenas o cualquier otro asqueroso rasgo de su alienígena personalidad. Conozco demasiados humanos en este sufrido planeta que, disfrutando de mejor apariencia son, sin embargo, mucho más nauseabundos que ustedes.
Y tampoco tienen que preocuparse en convencerme, caso de que por fin se decidan a invadirnos, de que sus deplorables propósitos sean dignos de encomio y de respeto, porque también conozco como ciertos humanoides tenidos por civilistas, disimulan con virtuosos discursos y proclamas las más viles y rastreras conductas. Hasta ustedes se sonrojarían, no importa su vegetal naturaleza, de las infamias que muchos que se tienen por devotos cristianos y progresistas demócratas son capaces de cometer y reiterar.
Por ello les insisto en que, si se deciden a atacar la Tierra, y siendo quien suscribe un ciudadano consciente y responsable de sus actos, me pongo a su disposición para lo que consideren, sin necesidad de gratificación alguna, dietas, beneficios e, incluso, promesas que me consta no van a cumplir.
Hasta he creado una plataforma de sesudos intelectuales que, a cambio de ciertos reconocimientos, estatuillas y micrófonos abiertos, se han prestado de buen grado a secundar esta carta y darles la bienvenida.
Si para invadir la Tierra necesitan pretextos que lo justifiquen o mandatos de algún organismo intergaláctico, yo mismo les puedo ofrecer las excusas que gusten, junto a la confirmación de que ninguna es necesaria.
En cualquier caso, siempre podrán alegar que los Estados Unidos se han negado a cumplir las resoluciones del Consejo de Seguridad de la Constelación Mongo-22, o que el régimen de Washington dispone y oculta terribles arsenales de armas de destrucción masiva, o que el Carnicero de Tel Aviv se ha aliado al maléfico califa del Cuadrante Ganga, o simplemente, que obstaculiza la presencia de inspectores mongos de la Estrella Watatao.
También podrían pretextar que nos invaden en defensa propia, por sentirse amenazados, que sus bombardeos son humanitarios y que sus comandos alienígenas actúan en misión de paz.
Como quiera, les ruego mis estimados alienígenas que, a la mayor brevedad, dejen caer sus democráticos racimos de bombas inteligentes sobre nosotros, sin preocuparse en absoluto por los daños colaterales que puedan provocar, dado que el fin justifica cualquier criminal medio, y que apliquen con justiciera precisión su profiláctica limpieza porque, por más civiles inocentes que mueran achicharrados por sus rayos Ganma de última generación, no estarán haciendo nada que Estados Unidos, Europa e Israel no estén haciendo ya con sobrada insistencia y total impunidad.
Si los supuestos abanderados de la democracia y la libertad pueden matar en nombre de la vida y hacer la guerra en nombre de la paz, también ustedes, anhelados extraterrestres, pueden enmascarar sus genocidios con los mismos pretextos que éste servidor no se lo va a censurar.
Muy al contrario, les reitero que siempre podrán encontrar en mi persona a un seguro colaborador para lo que dispongan.
Si les suplico, para cuando se decidan a dejar caer sus naves sobre este planeta, que hagan bien el trabajo, que no dejen nada para el día siguiente y que, si es posible, comiencen su operación “Ratas de la Tierra” por la Casa Blanca o por Israel, aunque también Europa sería un buen comienzo. No vayan a olvidarse, por favor, las sedes del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional y, ya de paso, si no les causa demasiados problemas en su operativo inicial, no releguen para más tarde las Naciones Unidas y la sede de la OTAN.
Atentamente, agradeciéndoles la atención prestada, besa sus escamas o lo que sea que tengan,

Koldo Campos Sagaseta