domingo, 2 de diciembre de 2007

El principio democrático, la democracia como principio

La cambiante situación vasca puede crear el espejismo de que existe la
necesidad de recetas específicas para cada momento concreto, pero el
conflicto político que vive Euskal Herria sólo se puede resolver por
las vías políticas dando a la ciudadanía los instrumentos y los
mecanismos necesarios para que sea ella y sólo ella la que determine
el camino que desea seguir en el futuro.

Precisamente la necesidad de profundizar en la democracia es la base
de la ponencia política de Eusko Alkartasuna para su próximo Congreso:
el principio democrático como vía para superar el conflicto político.
La definición de principio democrático es innecesaria, porque el
nombre es suficiente presentación. Significa que el único
condicionamiento para el futuro de un país será la decisión
democrática de su ciudadanía. La propuesta hecha pública recientemente
por el Gobierno Vasco se basa en este principio, que, aunque se
popularizó a raíz de un dictamen de la Corte Suprema de Canadá sobre
la situación de Quebec, data de principios de la década de los 70.

La institución canadiense, equivalente al Tribunal Supremo del Estado,
afirmó que si en un referéndum la mayoría de la ciudadanía de los
quebequeses se pronuncia a favor de la independencia, tanto el
Gobierno de Canadá como las propias autoridades de Quebec tendrían que
negociar y pactar la solución, «en virtud del principio democrático de
respeto a las mayorías».

Ya antes, en 1973 en el Reino Unido pre Thatcher, tan poco dado a
reconocer los derechos nacionales, ante la dificultad de discutir
sobre la definición de nación y los derechos inherentes a la nación se
llegaba a la conclusión de que la única condición necesaria para dar
por cierta la existencia de una nación es que los habitantes de un
territorio determinado tengan conciencia de serlo. Un principio
democrático al que el Pueblo vasco añade además los derechos
históricos así reconocidos incluso en el Estatuto de Gernika y en la
Constitución Española de 1978.

Frente al marco español vigente, que algunos nos presentan como
paraíso de la descentralización y los derechos nacionales, estas
definiciones de nación y de derecho a decidir son democracia en estado
puro. Esa es la apuesta de Eusko Alkartasuna para el futuro, que pasa
por el 25 de octubre de 2008 pero que de ninguna manera termina ahí.
Ni tampoco empieza ahí. Asumir el principio democrático significa
asumir la democracia con mayúsculas. Para Eusko Alkartasuna significa
reivindicar hoy, en el siglo XXI, la vigencia plena y el valor
permanente de los derechos que le corresponden al pueblo vasco en
virtud de su historia.

El principio democrático viene a complementar y dotar de mayor
legitimidad democrática, si cabe, a los derechos históricos que nos
corresponden como pueblo y abre las puertas a un punto de encuentro
que permita superar el conflicto político y alcanzar la normalización
y la paz en nuestro país. La nuestra es la apuesta por un nacionalismo
moderno y cívico, basado en la libre decisión de la ciudadanía y que
está en consonancia con los procesos nacionales más cercanos a
nosotros, por razones geográficas e ideológicas. Ahí tenemos el
nacionalismo escocés, que a los 100 días de asumir el Gobierno y sin
ninguna intención de esperar 28 años a ver qué frutos da el
autonomismo, han optado por defender la independencia con mayúsculas y
sin medias tintas: no hablan de soberanismo, ni de establecer una
nueva relación con el Reino Unido, ni de seducir a Londres en busca de
no se sabe qué. Mientras aquí, en Euskal Herria, algunos insisten en
mantenernos sumidos en una interminable discusión sobre cómo
modernizar el nacionalismo (el vasco, claro), en Escocia tienen claro
que el nacionalismo no necesita modernizarse.

El mundo moderno, dicen nuestros amigos escoceses, y en Eusko
Alkartasuna estamos de acuerdo, exige estar presentes en los ámbitos
de decisión de manera directa, sin intermediarios. Eso sí es
modernización del discurso nacionalista, y sin la más mínima renuncia
en las aspiraciones nacionales hasta llegar a la independencia.
Sabemos que no hay dos casos iguales y que no podemos fijarnos
ciegamente en Escocia, en Quebec o en Irlanda, pero sí está claro que
en el siglo XXI Euskal Herria es uno de los pocos países en los que la
discusión sobre el derecho a decidir sigue recibiendo el no como única
respuesta.

Mientras en Europa se abren procesos netamente independentistas, nacen
Estados y otros de muy reciente creación entran en la Unión Europea
sin problemas, Madrid sigue dando portazos a las propuestas emanadas
de las instituciones vascas. Iniciativas institucionales, avaladas por
la mayoría de la representación de la ciudadanía, como el nuevo
Estatuto Político o la propuesta de convocatoria de una consulta, son
recibidas con condicionantes y límites. Cese de la violencia, acuerdos
transversales, mayorías cualificadas... Todo condicionantes que quedan
fuera de la mano de la ciudadanía. Frente a los límites a la libre
expresión de la ciudadanía, Eusko Alkartasuna apuesta por la
profundización en la democracia. El principio democrático. La
democracia como principio.

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